Empecé la historia
de mis tratamientos por el final, por la FIV que al final no pudo ser. Hoy empiezo a contar cómo fueron mis cuatro IAs. Pensaba
hacerlo todo en un mismo post por ser siempre la misma pauta de
medicación independientemente de la respuesta (“maravillas” de
la Seguridad Social), pero finalmente me han quedado siete paginazas
y tendré que hacerlo por capítulos. Empezamos.
Recordar que tras
pasar todas las pruebas diagnósticas estábamos en el cajón del
origen desconocido porque todo supuestamente estaba perfecto (salvo
esa operación de endometriosis quística en ambos ovarios que tuve
en 2010, un detallito sin importancia al parecer... Menos mal que me
queda la ironía!)
PRIMER TRATAMIENTO
DE INSEMINACIÓN ARTIFICIAL
Pauta: Primera
inyección de 75 ml. de Menopur a las 22,00 el
16 de octubre de 2014 (en el tercer día del ciclo como máximo tras
la regla, otras veces me dijeron que podía ser hasta el día
quinto), última inyección el 24 de octubre.
25 de octubre 250
ml. de Ovitrelle.
Descanso un día e
inseminación el 27 de octubre con vejiga llena, fue un momento y no
dolió ni molestó nada.
A partir de
entonces, 3 comprimidos de Meriestra cada noche a la
vez y un óvulo de Progeffik cada 12
horas.
El 12 de noviembre
ya se cumplió el día 28 de mi ciclo, cuando hasta entonces solía
tener ciclos de 22, 24 o como mucho 26 días, con lo que las
ilusiones no podían estar más arriba. Me sentía embarazada, tenía
síntomas que San Google daba como muestras inequívocas de embarazo,
tenía un retraso ya para mí importante... Tenía las reservas de
ilusión y esperanza por las nubes.
Como mi marido no
podría acompañarme el día de la prueba, decidimos hacernos un TE
el día antes. Nos quedamos congelados al ver el negativo, no pudimos
reaccionar, fue durísimo... Pero no quise creérmelo del todo,
quería esperar a la prueba en el hospital.
Entonces las
búsquedas de Google cambiaron y tras investigar vi que la
progesterona produce retrasos en muchas mujeres y síntomas idénticos
a los del embarazo. Nadie me informó de ello, con lo sencillo que
habría sido ofrecer esa información y hubiese sido muy valioso para
haber amortiguado un poco el golpe.
Al día siguiente,
el 15 de noviembre, fue la fecha de la prueba de embarazo, realizada
en orina y donde no aportaron más datos que el negativo.
Cuando pregunté
cómo proceder cuando bajase la regla (porque previamente otra
ginecóloga me había explicado que todos los TRA iban seguiditos),
me dijeron que como se acercaba la navidad (os recuerdo que eso fue a
fecha ¡15 de noviembre!) era mejor esperar otro ciclo, pero ya me
dieron el volante para pedir cita en ventanilla para la siguiente
vez, protesté tímidamente porque no sé qué me pasaba en esa
consulta que me volvía pequeñita, invisible y no atendieron a mis
peticiones.
No me lo podía
creer, lo único que me animaba en ese momento era pensar que podría
empezar pronto y tener la esperanza de poder acabar el año
embarazada.
Salí de allí
llorando, y llamé a mi marido para desahogarme de camino al
aparcamiento. Me derrumbé en lágrimas, fue la primera vez de
muchas. No sólo se había confirmado el negativo por si nos quedaba
algún resquicio de esperanza, es que además nos impedían empezar
en seguida con una razón absurda. Me sentí frustrada, enfadada,
tratada sin que se tuviesen en cuenta mis sentimientos, silenciada,
anulada, insignificante...
Ese día lo pasé
llorando desconsoladamente en casa, me tumbé en el sofá, me tapé
la cabeza con una manta y no podía parar. Mi marido se desesperó al
verme así durante horas y horas. Es difícil de digerir, lo entiendo
y a él también le dolía lo que había pasado, pero al no seguirme
en mi total desconsuelo, lo traté como si fuese mi mayor enemigo,
como si no me comprendiese cuando sólo intentaba calmarme, me recreé
en la espiral del dolor y el sufrimiento y me autoconvencí de que
estaba sola en esto y nadie en el mundo podía entender mi dolor.
No me siento
orgullosa de haber tenido estos pensamientos, sino todo lo contrario,
me avergüenza mucho haberme esforzado en buscar un enfrentamiento
con mi marido, cuando hacía todo lo que podía por mí y olvidé que
no sólo yo llevaba a cuestas la infertilidad, que a él le dolía de
igual manera. Pero no sé, fue como si necesitase tocar fondo y
sentirme la persona más desdichada sobre la faz de la tierra...
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