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Desde la operación mis reglas y mis ciclos cambiaron. Fueron mucho
más cortos (ciclos de 22 días o incluso menos a veces y muy muy muy
abundantes, casi incapacitantes en ocasiones porque nada podía
contener los sangrados y tuve muchos accidentes, con lo que tenía
que sentarme o dormir con plástico debajo para no calar al colchón
o al sofá).
Se lo comenté al médico de cabecera y me dijo que
podía pasar, que a lo largo de la vida las reglas cambian por muchos
motivos, que es algo muy sensible y que con una operación como la
mía, es algo que entra dentro de lo normal, que poco a poco se me
iría normalizando...
En la revisión del año tras la laparoscopia, en la que esperaba que
me dijeran que todo estaba bien, me detectaron un pólipo en el
endometrio, lo cual justificaría los abundantes sangrados y el no
haber conseguido quedarnos embarazados, al menos parecía haber una
explicación...
En una ocasión expulsé un cuerpo duro del aspecto de costra y del
tamaño de mi dedo meñique y nos asustamos muchísimo, fuimos a
urgencias y no nos aclararon absolutamente nada de lo que era (más
bien a las conjeturas que yo iba proponiendo ante su incómodo
silencio, me iban diciendo que podía ser), y ni siquiera nos
adelantaron la siguiente prueba que teníamos para la que nos
quedaban que esperar un montón de meses.
Nos dijeron, palabras
textuales, que sólo nos la adelantarían si tuviese un cáncer
terminal. (Ya os hablaré más sobre el trato de los “profesionales”
en mi asco-hospital, y no sólo era el trato emocional, físicamente
también me han hecho mucho daño que creo gratuito...)
Otra vez comenzó el rosario de pruebas dilatadas en el tiempo y
finalmente me lo quitaron con una histeroscopia quirúrgica. Otra vez
fueron dos, se analizaron, fueron benignos y me dijeron que no
comprometería a mi fertilidad, de nuevo.
Tras tener luz verde, volvimos de nuevo a la búsqueda y ahora sí
que sí entraron en nuestra vida las aplicaciones para apuntar los
encuentros sexuales, las reglas y poder calcular los días más
fértiles, hice el intento de la medición de la temperatura basal,
pero mi termómetro digital era una patata, compré test de ovulación
(cuyas caritas sonrientes y la sensación que se produce al verlas es
lo más parecido que he tenido a un positivo de los otros...), la
observación del flujo...
En fin, todas esas cosas que hacemos para
conocer nuestro cuerpo e intentar controlar nuestra naturaleza infértil
y que nos hace convertirnos en unas locas desquiciadas.
Pues nada, el bebé seguía siendo un profesional jugando al
escondite...
Que rabia me da nuestro hospital de verdad. Con migo también siento que no han acertado en nada y que no han sabido dar tratamiento a mi problema. Menos mal que al menos nos han derivado a una buena clínica. Un besazo
ResponderEliminarEs una pena que no pongan algo más de cariño y atención en cada paciente, ahorrarían tanto malestar y sufrimiento... Pero la verdad es que, salvo la falta de información, que era algo bastante generalizado, las peores experiencias han sido con la jefa del departamento y con el ginecólogo de urgencias y por ejemplo las chicas de farmacia son un encanto y el personal que me trató cuando las operaciones también fueron muy cuidadosos. Qué pena que un par de garbanzos podridos nos hagan estropear el caldo...
EliminarPero vamos, que tienes toda la razón, lo importante es que ahora ya estamos en otra clínica totalmente diferente y que confío que sean los que nos faciliten llegar a nuestros bebés. Ojalá tu beta dé positiva!
Un beso.