Hola de nuevo.
Hace unas semanas escribí un post añadiendo algunas aclaraciones que yo, particularmente desconocía en su momento, sobre el tema económico, principalmente, que lleva aparejado cada destino posible de los embriones que no vamos a usar tras completar nuestros proyectos familiares, pero creo que quedó cojo al plantearlo de una manera quizás un poco (o mucho) materialista y necesitaba completarlo con el enfoque de lo que supone emocionalmente llegar a tomar esa decisión.
Llevo formando parte activa de la #Infertilpandy en Twitter desde 2015 (antes leyendo sin participar) y he conocido, por lo tanto, a muchas mujeres que empezaron con los tratamientos cuando yo lo hice, antes o después, pero que han tenido que enfrentarse a ese momento de decidir qué hacer con esos embriones que no van a usar.
Muchas veces el tema supone un gran bloqueo, incluso mayor que el famoso "duelo genético" en el caso que hayan tenido que recurrir a donación de gametos para conseguir la maternidad, y muchas demoran esa decisión final porque les corta la respiración enfrentarse a ello.
Una opción que contempla la ley, como ya comentamos en el post anterior, es mantenerlos hasta los 50 años de la mujer, y en el caso en que se hayan conseguido los hijos que se deseaban a una edad considerada "tardía", quizás tampoco suponga realizar demasiadas renovaciones, ya que se suelen realizar cada dos años, o simplemente económicamente se puede asumir y/o se decide ese destino como primera opción. Pero en ocasiones puede resultar una cuantía inasumible por la cantidad de años hasta alcanzar esa edad.
Enfrentarse a la decisión de qué será de esos embriones a veces no es fácil, paraliza y corta la respiración sólo con pensarlo. Podemos llegar a sentir un fuerte vínculo con ellos y tanto la idea de donarlos a otras personas, como que se eliminen o se usen para investigación, puede generar inquietud, angustia, desasosiego...
Por lo que, si se han planteado correctamente desde la clínica desde el principio, cosa que rara vez sucede según las conversaciones mantenidas sobre este tema con muchas mujeres que se encuentran en la situación, en mi opinión, en caso de que el destino de los posible embriones restantes supusieran un problema para la/os paciente/s, creo que se deberían ofrecer alternativas, como ir generando el número mínimo de embriones que se consideren estadísticamente necesarios para completar el proyecto familiar, informando siempre de los riesgos, ya que se eliminaría la posibilidad de realizar una selección de los embriones atendiendo a su calidad morfológica, y del incremento económico que ello supone, de modo que sea/n la/los paciente/s quién/es puedan tomar una decisión al respecto sobre el itinerario a seguir debidamente informados con claridad y transparencia.
Entiendo que es un tema que queda muy lejano a la hora de plantear el inicio de un tratamiento de FIV, ya que lo único que se tiene en mente es conseguir un bebé sano y nos parece tan difícil que ponemos todo para que ello suceda y todos los blastocistos o embriones que podamos obtener nunca nos parecerán muchos, pero creo, que aunque no se espere ni se pretenda tomar la decisión final en ese momento, no está de más que vaya resonando y se hable del tema sin tapujos para que, llegado el momento, se sienta la seguridad de que esa información se obtuvo desde el principio y no apareció por sorpresa.
Llegado el momento en que se plantea la situación de tener que decidir sobre los embriones que mantenemos vitrificados, en el caso que haya uno, varios o incluso muchos, hay que enfrentarlo si no pretendes tenerlos todos y ganar dinero a su costa sobreexponiéndolos en Redes Sociales y usándolos para hacer publicidad encubierta, pues no suele ser una opción transferirlos todos y formar una familia numerosa especial... (Permitidme el chiste malo, cada una tiene sus fobias y taritas...)
Mantenerlos hasta que en el futuro sean eliminados o destinarlos a investigación, son dos decisiones cuyas connotaciones morales y éticas son muy personales, pero personalmente creo que conllevan menos quebraderos de cabeza porque ahí acaba su evolución.
La opción de donar a terceros a veces trae aparejada otra problemática extra al pensar que en un futuro existan personas con una genética similar a la de nuestr@/s hij@s, que si además provienen de donación de gametos se abre aún más el abanico a la hora de asumir retos.
No es algo para decidir a la ligera y cada familia tendrá que sopesar sus criterios, convicciones y valores para llegar a la determinación que les haga sentir más tranquilos y felices.
Como en casi nada en general, en reproducción asistida en particular y respecto a la disyuntiva de revelación de orígenes y de toda la información relevante relacionada con el tratamiento que posibilitó el nacimiento de nuestr@/s hij@/s, no existe una fórmula correcta ni una manera ideal de afrontarlo; es cuestión de escucharse, pensar en lo que será mejor para ellos, valorar pros y contras para elegir la opción más adecuada para cada familia.
Me ha parecido importante poner el tema sobre la mesa y arrojar mi punto de vista por si puede ayudar a alguien en el momento, aunque soy consciente de que es un tema espinoso que no es agradable de afrontar con antelación.
Os mando un abrazo enorme y gracias por estar ahí.
Nube.