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viernes, 18 de agosto de 2023

Cómo ayudar a una persona infértil (Escucha Activa)


Desde que la infertilidad llegó a mi vida, tardé mucho en asimilarla, mi autoestima se vio dañada hasta límites insospechados y fue bastante duro de asumir. Hoy en día me veo a mí misma como una persona mucho más fuerte que la que empezó en este proceso y me siento muy orgullosa de mí misma, de mi pareja y del camino que hemos recorrido juntos.

Creo que la palabra resiliencia define muy bien quienes somos los infértiles: mujeres y hombres que lejos de dejarnos vencer por las circunstancias que nos abaten, nos levantamos una y mil veces de cada caída y salimos fortalecidos.

Bueno, que me voy por las ramas. Hoy no quería hablaros sólo de mi palabra favorita, sino de lo que un curso con Antonio Guijarro sobre Escucha Activa me aportó como aprendizaje aplicable al día a día y también en la manera de afrontar la infertilidad. Os daré algunas pinceladas con mis palabras y mi percepción, pero si tenéis oportunidad de asistir a uno de sus cursos y escucharlo en persona, no os arrepentiréis, os lo aseguro.

Partimos de la base de que en la sociedad en la que vivimos, el fallo es considerado como algo a evitar e incluso esconder y no asumimos ni los propios, ni los ajenos. Tenemos a veces miedo de atrevernos para evitarlo y no nos damos cuenta de que equivocarse es parte del aprendizaje de la vida y la única manera de que cada paso conseguido se valore en su máxima expresión.


Fotolog.com

Por otra parte, a veces es duro asumir un diagnóstico que produce infertilidad (o incluso más la infertilidad en sí sin diagnóstico), pero como dice Guijarro, cuando uno acepta su sombra, ésta se ilumina y para moverse a cualquier parte, primero hay que aceptar donde se está, porque ese el punto donde tienes que partir sea cual sea el destino.
Éste es el punto de partida, la aceptación de uno mismo con sus sombras, sus fallos y su situación en el espacio en ese momento.
Pero ahora bien, muchas veces tenemos choques con personas de nuestro entorno que con sus mejores intenciones (queremos pensar eso) nos intentan ayudar, pero sus palabras muchas veces nos hacen sentir peor.

Muchas veces, ellas se sienten incómodas con nuestro problema, y esa es la primera barrera, ya que para ayudar a otra persona tienes que partir de aceptar su problema de corazón, y muchas veces esto no es sencillo.

También las relaciones que establecemos con los demás, se suelen basar en jerarquías en la que uno se sitúa (inconscientemente o no) sobre el otro. Normalmente no lo hacemos con maldad, son años de práctica que llevamos a cuestas y que hemos desarrollado durante toda nuestra vida en la manera como hemos vivido en familia (Padres sobre hijos) o en la escuela (Profesor sobre alumnos), trabajo (Jefe sobre empleados)..., y muchas veces esto se percibe.
Lo ideal (y la única manera que debería existir) es enfrentarnos al problema del otro en una relación de igual a igual.

A veces a la otra persona nuestro problema le incomoda y trata de hacernos desistir de que el problema existe (Piensa en todo lo bueno que tienes, con lo bien que vives sin hijos... ¿Os suena?) Es como si te empujase fuera del sitio en el que estás (el que comentaba que debemos aceptar para ir a cualquier otro destino).

Por pura ley física, si alguien trata de “ayudarte” bruscamente, empujándote para moverte del sitio, intentarás recuperar el equilibrio y oponer resistencia para mantenerte en tu lugar. Ahí se produce un choque y en vez de sentirnos ayudados, nos sentimos agredidos de alguna manera, no se nos deja expresarnos y se nos hace entender que nuestro problema es absurdo.

También es interesante saber que en las lágrimas emocionales expulsamos hormonas que liberan el estrés y que de mantenerlas bloqueando el llanto pueden producir problemas psicosomáticos como dermatitis, tics, úlceras... De ahí la importancia de desahogarnos en su máxima expresión también, claro que hemos sido educados para no llorar y menos en público... Pero ése es otro tema en sí mismo (tratado aquí).

Guijarro sostiene que la manera en la que afrontamos un problema del otro, contiene un mensaje oculto, no siempre lo detectamos, pero a veces sí que llega y esa es la razón por la que nos sentimos mal, que la mayoría de las veces no somos ni conscientes de por qué tal comentario nos ha herido de esa forma y por supuesto la otra persona nos etiquetará de susceptibles, desagradecidos, etcétera, ya que sólo trataba de ayudarnos, encima...

Él habla de 13 respuestas “malditas” que son las que utilizamos comúnmente ante el problema de otra persona. Van desde dar consejos y dirigir la manera en la que se debe actuar a animar, consolar, cuestionar, desviar el tema, comparar (a mí también, a mí más, a Fulanita...), pero como decimos todos llevan un mensaje oculto, la mayoría de las veces es que lo que importa es lo que yo te digo porque tú sólo no eres capaz de solucionarlo o tu problema no es tan importante como los míos o de otros. (“Mal de muchos, consuelo de tontos”. No me ayuda. Te estoy hablando de MI problema...)

¿Entonces cómo nos dirigimos a una persona con un problema (de infertilidad o el que sea) para ayudarla de verdad? ¿Todo lo que diga va a tener un mensaje oculto negativo? Pues mejor me quedo callado... A veces sería lo mejor, pero no, es más sencillo que todo eso.
Para ayudar a otra persona de verdad sólo hay que partir de dos cosas: aceptarlo como está y transmitir esa aceptación.

¿Y cómo se hace?

No haciendo nada cuando la otra persona no se dirija a nosotros.
A veces sabes que una persona tiene un problema, pero no busca tu ayuda, 
déjale su espacio, pero que sepa que estás ahí para ella.

Y si te cuenta su problema, escuchar con reflejo, activamente.
Ir reflejando lo que vas entendiendo para que el otro lo vaya corrigiendo, 
no pasa nada por no haber pillado el sentido de lo que te quiere expresar a la primera. 
Es sólo comprensiva, no evaluativa. 
El sentirse escuchado le hará sentirse reconfortado.

Todo el mundo tiene la solución en su interior (una margarita no crece porque tires de ella), 
si es que en ese momento necesita una solución, 
a veces sólo necesitas canalizar lo que sientes y verbalizarlo.

La base de esta manera de actuar es que cada persona llegue a crear su propio camino, sin directrices o consejos que le lleguen desde el exterior.

Los mensajes ocultos de estas respuestas son: Te acepto,
lo importante eres tú y me interesa profundamente lo que me estás contando.

Hicimos una práctica por parejas y es increíble ver cómo tú mismo llegas a crear
tus propias conclusiones sólo por sentirte escuchado.

Os pongo un ejemplo que me voy a inventar de cómo actuar siguiendo  este patrón:

-Llevo muchos tratamientos y no sé si alguno funcionará alguna vez.
-Te da miedo esa incertidumbre.
-Sí, porque es mucho desgaste tanto emocional como físico e incluso económico.
-Estás agotada.
-Agotada no, cansada, pero siento que aún me quedan fuerzas para seguir.
-Te frustra el no saber si la siguiente será la buena, pero vas a seguir intentándolo.
-Claro, no quiero desistir y pensar en el futuro que pude haberlo conseguido 
de  haberlo intentado una vez más. No tengo fuerzas para rendirme.

He acabado con esa frase porque me encanta
y define muy bien el clima emocional en el que nos movemos las personas infértiles.



He querido editar este post poniendo un ejemplo estupendo que ofrece una de las maravillosas películas de Pixar, "Inside Out" ("Del revés" en España e "Intensa Mente" en Latinoamérica).

Me declaro fan de casi todas ellas (cómo olvidar el comienzo de "Up"...) por la manera de manejar los sentimientos que tienen y por saber dar una doble lectura a sus obras, ya que pueden disfrutarlas por igual peques y mayores.

No me enrollo más y voy a la escena en cuestión.

****CONTIENE SPOILER****

(Aunque no creo que el saber esto haga que la película pierda ni un ápice de interés, sino todo lo contrario...)

Bing Bong está triste, Alegría intenta animarlo y Tristeza muestra empatía
Escenas de "Inside Out". Disney Pixar. 2015

Bing Bong, el entrañable amigo imaginario de la más tierna infancia de Riley, acaba de ver cómo su cohete cae en el foso del olvido y empieza a tomar conciencia de que la ausencia de su amiga del alma no es temporal. Se sienta al borde del abismo, desolado.

Alegría no se siente cómoda ante esta nueva faceta del elefante de algodón de azúcar y trata de animarlo haciéndole cosquillas y haciendo payasadas (empujándolo fuera del estado en el que está) sin dejar ni un mínimo espacio al duelo.

Entonces Tristeza entra en acción. Se sienta junto a él, lo mira a los ojos, le toca tímidamente... Respeta y acepta su estado, le permite desahogarse y lo acompaña realizando una "Escucha Activa" de manual.

Finalmente Bing Bong se funde en un abrazo con ella, agradeciendo su empatía.


Si no la habéis visto todavía, esta es una razón más para echar un rato más que agradable con una película llena de guiños al público adulto.

Bueno, me ha quedado un post bastante largo, pero creo que el conocimiento de la "Escucha Activa" es interesante y espero que os ayude como a mí.

Un beso muy fuerte y gracias por acompañarme.